Aquel que es anunciado a María como el hijo del Altísimo, que será sucesor del gran rey David con un reinado eterno, fruto del Espíritu de Dios, que será llamado “consagrado”, es anunciado a los pastores con un signo: encontrarán a un niño envuelto en pañales y acostado en una pesebrera. No. No es una contradicción. Ese es el modo de proceder de Dios mismo: desde lo pequeño y desde abajo, no desde arriba y grandiosamente. Lo grandioso para este Dios con nosotros está en lo pequeño. Desde entonces sabemos cómo es Dios y cómo debemos ser los seres humanos. María lo entendió bien: “derriba a los poderosos y enaltece a los humildes”. Toma conciencia en esta Navidad de lo grandioso de las cosas pequeñas en tu propia vida y experimenta a Dios misericordiosamente vivo en ellas. Entonces celebrarás Navidad durante todo el año.
José Roberto Arango Londoño, s.j.
Director General, Congregación Mariana